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Para el empresariado rafaelino, "urge una reforma tributaria integral"

Gabriel Corrado, presidente del CCIRR, reflexionó acerca de los desafíos que necesitan ser abordados para fortalecer la generación de empleo genuino.
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El 1° de mayo, Día Internacional del Trabajador, constituye una fecha emblemática a nivel mundial. No se trata únicamente de una jornada conmemorativa; es, por sobre todo, una oportunidad invaluable para reconocer el esfuerzo cotidiano de aquellas personas que -con compromiso, dedicación y profesionalismo- impulsan el crecimiento de nuestras empresas, instituciones y comunidades. Son ellos, los trabajadores, quienes con su labor diaria sostienen los pilares fundamentales de la economía, fortalecen el tejido social y contribuyen al bienestar colectivo. Gracias a su aporte, se construyen sociedades más equitativas, dinámicas y resilientes.

Sin embargo, esta fecha también nos invita a detenernos a reflexionar de manera colectiva sobre los desafíos estructurales, coyunturales y culturales que enfrentamos como sociedad. Así, en un contexto nacional atravesado por la incertidumbre, el estancamiento económico y una recuperación heterogénea -muchos sectores aún no logran recomponerse del todo- que no termina de consolidarse, el Día del Trabajador cobra un significado aún más profundo. Es el momento para pensar, con sentido estratégico y mirada a largo plazo, en las decisiones que debemos tomar si queremos construir un país más justo, más inclusivo y con oportunidades reales para todas las personas.

A pesar de este complejo escenario, en Rafaela y la región muchas empresas siguen apostando fuertemente al sostenimiento del empleo, priorizando el bienestar de sus equipos, adaptándose a los cambios y reafirmando su compromiso con el desarrollo local y regional. Ese esfuerzo -valiente, persistente y muchas veces silencioso- merece ser visibilizado y valorado; pues detrás de cada puesto de trabajo hay una historia que se escribe día a día, una familia que se sostiene, un proyecto de vida que avanza. Y en esa trama cotidiana, el empleo formal, digno y sustentable se convierte en un factor central para la cohesión social y el crecimiento compartido.

Sin embargo, este compromiso no puede ni debe sostenerse en soledad; y -en efecto- no puede prolongarse indefinidamente sin condiciones favorables que lo acompañen. Por eso es imprescindible abordar una serie de cuestiones clave que limitan, frenan o dificultan el despliegue del potencial productivo y humano de nuestro país en general, y de nuestra ciudad y la región en particular.

Entre esas cuestiones, resulta prioritario avanzar hacia un marco laboral más moderno, inclusivo y adaptado a los nuevos desafíos del siglo XXI. Un marco que promueva la generación de empleo, facilite nuevas contrataciones y ofrezca seguridad jurídica tanto para empleadores como para trabajadores. Que garantice derechos, pero que también habilite mayor flexibilidad, adaptabilidad, previsibilidad y sostenibilidad en los vínculos laborales. Un sistema que reconozca la diversidad de trayectorias y realidades del mundo del trabajo, sin dejar a nadie atrás.

Asimismo, urge una reforma tributaria integral. Hoy en día, el sistema impositivo argentino continúa siendo regresivo, ineficiente y distorsivo, especialmente para las pequeñas y medianas empresas, que representan el corazón del aparato productivo nacional. Con estructuras operativas reducidas y escasa capacidad financiera, deben afrontar una carga impositiva elevada y compleja en los tres niveles del Estado. En este sentido, un esquema tributario más justo, progresivo y racional se vuelve indispensable si aspiramos a fomentar la inversión, fortalecer la formalidad, promover la innovación y estimular el crecimiento económico con equidad.

Otro aspecto valioso que debe ocupar un lugar central en nuestra agenda de desarrollo es la educación. Mejorar la oferta educativa y elevar la calidad de la formación en todos sus niveles es una condición necesaria para el progreso social y económico. La alta tasa de deserción escolar, especialmente en el nivel medio, compromete seriamente las oportunidades de los jóvenes para acceder a empleos calificados. Al mismo tiempo, muchas empresas encuentran dificultades concretas para cubrir puestos técnicos y profesionales, lo que limita su capacidad de expansión. Esta brecha entre la oferta educativa y la demanda laboral debe abordarse con políticas integradas y diálogo permanente. Es urgente generar consensos en torno al perfil de las carreras terciarias y universitarias que se ofrecen en la región, para alinearlas con las demandas del sector productivo, comercial y de servicios, así como con las nuevas habilidades requeridas por un mercado laboral en constante transformación.

Además, es fundamental facilitar el acceso al crédito en condiciones razonables, especialmente destinado a la inversión en infraestructura, en digitalización de procesos, en modernización tecnológica y en capital de trabajo. También resulta clave promover una planificación territorial adecuada, que contemple la radicación de nuevas actividades productivas, la creación de parques industriales, y una infraestructura acorde a los desafíos de competitividad actuales.

El combate a la informalidad y la inseguridad, dos fenómenos que erosionan la confianza y generan desigualdad, debe ser una prioridad compartida. Y en esa tarea, la articulación público-privada juega un rol decisivo. Solo con trabajo conjunto, diálogo constante y planificación estratégica podremos dar respuestas eficaces y sostenibles a los desafíos que enfrentamos.

Desde el Centro Comercial e Industrial de Rafaela y la Región, renovamos nuestro compromiso con una representación empresarial activa, responsable y profundamente arraigada en los valores de la educación, el trabajo, el diálogo y el desarrollo. Promovemos una cultura del esfuerzo, del respeto y de la cooperación. Creemos en el empleo digno como motor de inclusión, en la inversión como camino hacia el crecimiento, y en la sostenibilidad como condición del futuro.   

A cada trabajador, a cada emprendedor, a cada empresario, a cada educador, a cada institución que -con convicción, creatividad y perseverancia- sigue apostando por esta tierra, le decimos “gracias”. Gracias por seguir creyendo, por seguir haciendo, por seguir construyendo. Sigamos unidos, con compromiso y esperanza, trabajando por el futuro que todos merecemos.

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