Entre todos los acusados Thomsen se lleva la peor parte: es el más complicado de todos. Junto a Ciro Pertossi, jugador del Arsenal, fue acusado de la autoría material del crimen en un primer momento. Sin embargo, los testigos en las ruedas de reconocimiento apuntaron directamente contra él. Cuando cayeron los diez, Thomsen ofició de capitán junto a Ciro, los calmó a todos en la comisaría, trató de mantener un frente unido, dicen fuentes cercanas al caso. Luego se negó a declarar, se negó a entregar la clave de su iPhone que fue enviado a la Policía Federal para ser peritado.
Además, los videos de la noche del crimen lo ponen en un rol preponderante, vestido con una camisa negra semiabierta, bermudas. Se lo ve eufórico junto a Fernando Báez Sosa, golpeado en el piso mientras comenzaba a morir. Se incautó un par de zapatillas ensangrentadas en la casa que ocupaban los rugbiers en la zona de Pinar del Norte que serán peritadas: en ese video, Thomsen tiene un par idéntico, chatas de lona negra y suela blanca.

Dos testimonios de dos chicos ante la fiscal del caso, Verónica Zamboni, resultan fundamentales. Ninguno de ellos es amigo de la víctima, son espectadores neutrales del trágico crimen; y en las dos testimoniales surge una coincidencia ineludible. Ambos señalan a la misma persona como la que se ensañó con Fernando y le pegó patadas hasta matarlo: Máximo “Machu” Thomsen.