Se cumplen 45 años de la masacre de Ezeiza
El 15 de junio de 1973, el presidente de Argentina en ejercicio, Héctor José Cámpora viajó en visita oficial a España para acompañar a Perón en su retorno definitivo al país. Perón, que dejaba traslucir su falta de confianza en Cámpora, no fue a recibirlo al aeropuerto a su llegada a Madrid ni concurrió a su alojamiento en el Palacio de la Moncloa por lo que el Presidente fue a verlo a su residencia de Puerta de Hierro.
Cuando retornó al lugar al día siguiente, Perón se quejó de la falta de decisiones de su gobierno que favorecía a los provocadores, y le anticipó que no concurriría a la cena de gala con la cual Francisco Franco agasajaba esa noche a Cámpora.
Para la recepción a Perón se organizó un acto cuyo lugar el expresidente dejó con calculada indiferenciaâ a la elección de las autoridades partidarias; una vez desechadas las propuestas de quienes proponían hacerlo en la Plaza de Mayo o en la Avenida 9 de julio Cámpora optó —a proposición del general retirado Jorge Manuel Osinde— por el cruce de la autopista Ricchieri con la ruta 205, sobre el puente del Trébol, a 3 kilómetros del Aeropuerto de Ezeiza.
Los Montoneros se sintieron alentados por la elección, pues para impresionar a Perón querían mostrarle el poderío de las masas a través de una gran movilización. Por su parte, los sindicalistas agrupados en la CGT, que algunos historiadores consideran de derecha, también se propusieron llenar el acto con sus partidarios.
Cinco personas asumieron la responsabilidad de organizar la movilización del movimiento peronista hacia Ezeiza: José Ignacio Rucci, Lorenzo Miguel, Juan Manuel Abal Medina, Norma Kennedy y Jorge Manuel Osinde.
El 19 de junio, unos 2.000 integrantes del Comando de Organización, una agrupación de derecha peronista, con armas, ocupó el Hogar Escuela Santa Teresa ubicado a unos 500 metros del puente El Trébol.
Hombres armados del sector sindical ocuparon también el palco y sus inmediaciones, en tanto los movimientos se coordinaban a través de la red de comunicaciones del Automóvil Club Argentino. El propósito de este despliegue era el de evitar que las agrupaciones de izquierda cumplieran su propósito de copar las posiciones cercanas al palco desde el que hablaría Perón.
El día del acto
Según el historiador y periodista Marcelo Larraquy, en la mañana del 20 de junio varias ambulancias salieron del Ministerio de Bienestar Social, cargadas con armas.
El Automóvil Club Argentino (ACA) prestó su red de comunicaciones, el Centro de Operaciones organizado por el presidente, tomó el control de las rutas de acceso, la Juventud Sindical de la UOM, la UOCRA ocupó instalaciones vecinas al aeropuerto, los francotiradores prepararon su sitio entre las ramas de los árboles y los hombres de Osinde y la CNU ocuparon el palco y escondieron sus fusiles en los estuches de los instrumentos de los músicos de la banda sinfónica.
Entre los grupos que iban al acto, la columna de Montoneros que venía del sur agrupaba personas procedentes de Bahía Blanca, Mar del Plata, La Plata, Berisso, Ensenada y partidos del sur del conurbano, y su conducción iba en un jeep, cuyos ocupantes portaban armas cortas y un fusil, única arma larga que ese bando llevó a Ezeiza. En cuanto a las armas cortas, la mayoría eran de calibre .22 y .32, y algunos de .38, casi todos revólveres, pues las pistolas semiautomáticas eran escasas.
Cuando las columnas de FAR y Montoneros trataron de forzar las vallas de contención y ubicarse en la proximidad del palco oficial, fueron atacados con armas de fuego desde el mismo para impedírselo. Algunos consideran que fue una masacre en lugar de un enfrentamiento, porque los militantes armados de la CGT superaban en número y potencia de fuego a los de izquierda, atacados desde el palco.
Una estimación conservadora de algunos medios de prensa fija el saldo de la jornada en 13 muertos y 365 heridos si bien las cifras, puestas siempre en duda, nunca pudieron cotejar por la ausencia de una investigación oficial.
Horacio Verbitsky afirma que tres de los muertos pertenecían a Montoneros o a sus agrupaciones juveniles, uno integraba la custodia del palco organizada por Osinde e ignora quiénes eran los nueve restantes.â
Uno de los asistentes era José Luis Nell —quien años antes había matado a dos empleados cuando participaba en el asalto al Policlínico Bancario— que se vio en un enfrentamiento con personas de la custodia, ocasión en la cual fue muerto el capitán Roberto Chávarri, y que escapó del lugar, pero recibió un tiro que lo dejó cuadripléjico.3â
El cineasta Leonardo Favio, designado por los organizadores para ser el conductor del acto ocupó un lugar central en el palco, en el cual cumplió un ambivalente y dramático papel, pues varias veces usó el micrófono para lanzar las consignas y acusaciones que le indicaban los jefes de la banda del palco. En algún momento se dirigió al Hotel de Ezeiza, donde los parapoliciales tenían retenidas personas a quienes estaban torturando y, llorando, los amenazó con hablar y contar todo si no paraban con la masacre. Desde los altoparlantes, Favio pedía cordura, mientras portaba una pistola y se efectuaba una suelta de palomas «como un símbolo de paz» mientras simultáneamente caían francotiradores . Verbitsky transcribe los pedidos de Favio desde el palco pidiendo que las personas que estaban sobre los árboles descendieran de los mismos y se pregunta si sabía que una parte de ellos era personal de la custodia. El actor alternaba mensajes de paz y pedidos de cantar el Himno nacional con manifestaciones acerca de que los enemigos ya habían sido visualizados, sin referir quiénes eran y qué se proponían, y finalmente debió buscar refugio de los disparos tendiéndose en el piso del palco. Edgardo Suárez, el locutor del acto, alternaba con Favio los llamados a la tranquilidad.
La masacre fue premeditada para desplazar a Héctor Cámpora del poder. Las diferencias ya eran insalvables entre la derecha y la izquierda, cuando el 2 de junio de 1973, días antes de la masacre, José Ignacio Rucci, secretario general de la CGT, declaró que estaban contra los imperialismos de izquierda, cuando un delegado cubano al congreso de la CGT, pidió un brindis por el Che Guevara. La derecha sindical intentó mejorar posiciones en cargos públicos frente al otro sector, colocando a gente cercana a Rucci.
El día 20, tras 18 años de exilio, Perón regresaba a Argentina, donde lo esperaba una de las mayores movilizaciones populares de la historia política. Pero la tragedia no tardaría. La pelea en la Autopista Ricchieri marcaba el final del período de transición de Cámpora, entre el gobierno de facto del general Alejandro Lanusse y el Perón del final. La izquierda y la derecha peronistas disputaron con francotiradores, fuerzas de choque y fusiles de asalto la cercanía a su máximo líder y la influencia en su reconquista del poder. En el palco estaban los miembros de la UOM, la Juventud sindical peronista y otros sectores de derecha. Hacia allí fueron las FAR, Montoneros, la JP y otras organizaciones. Las FAP se habían desarmado, en teoría, el 25 de mayo de 1973.
La Masacre de Ezeiza fue el preanuncio de lo que sucedería con la formación de la Alianza Anticomunista Argentina, organizada por José López Rega para poner fin al accionar de la izquierda del movimiento.