Este domingo, el Talibán tomó Kabul, la capital de Afganistán, después de casi una semana de ofensivas que provocaron la huida del presidente Ashraf Ghani. Esta situación marcó el fin de una extensa campaña financiada por Estados Unidos y la Otan con el objetivo de reforzar a las fuerzas de seguridad afganas. Aunque los talibanes se comprometieron a mantener el estado de derecho durante la transición, los ciudadanos informaron saqueos y siguen tratando de escapar del país. Videos en redes sociales mostraron a centenares de personas corriendo por la pista del aeropuerto de Kabul mientras soldados estadounidenses hacían disparos al aire. 

La caída de Kabul marca el último capítulo de la guerra más larga de Estados Unidos. Después de los atentados del 11 de septiembre, Washington encabezó una invasión que expulsó al Talibán del poder. Sin embargo, con los conflictos en Irak la presencia estadounidense se vio debilitada. En 2020, el presidente Donald Trump firmó un trato que limitaba las acciones militares directas contra los insurgentes. Luego de que el presidente Joe Biden anunciara sus planes de retirar a las fuerzas estadounidenses a finales de este mes, los combatientes se fortalecieron y maniobraron rápidamente para asumir el control de zonas cruciales.